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Bangladesh celebra 50 años de independencia

Bangladesh celebró este viernes la declaración de independencia de Pakistán hace medio siglo, un acto que desencadenó una cruenta guerra, con unos 3 millones de muertos, que concluyó en diciembre de 1971 con el apoyo de la India.


En ese contexto no podía faltar hoy en el principal evento por el aniversario la presencia del primer ministro indio, Narendra Modi, que, poco después de llegar esta mañana a Dacca, visitó en el área de Savar el monumento por las víctimas de la Guerra de Liberación.


«Rezo para que la llama eterna en Savar siga siendo un recordatorio duradero de la noble victoria de la verdad y el coraje sobre el engaño y la opresión», escribió Modi en el libro de visitas, según un comunicado del Ministerio de Exteriores indio.


Esta visita a Bangladesh quedó sin embargo empañada por la muerte hoy de al menos cuatro manifestantes y casi 70 heridos durante protestas islamistas en Dacca y la meridional ciudad de Chittagong contra Modi, un nacionalista hindú al que acusan de oprimir a la comunidad musulmana en la India.


DUROS INICIOS TRAS LA INDEPENDENCIA

La guerra de la independencia de 1971, en la que Bangladesh (Pakistán Oriental) se independizó de Pakistán Occidental (la actual Pakistán), duró nueve meses -que incluyó una breve invasión india- en los que, según datos no oficiales, hasta tres millones de personas murieron y cientos de miles de mujeres fueron violadas.


Desde entonces muchas cosas han cambiado en este país de 160 millones de habitantes al que el exsecretario de Estado de Estados Unidos Henry Kissinger llegó a referirse como un «caso perdido».


Los primeros años tras la independencia fueron especialmente duros, como recuerda a Efe Zaheda Begum, una mujer de 70 años, que tras agravarse su situación familiar tras la muerte de su marido, explica que carecía de recursos para alimentar a sus cuatro hijos.


«Pasamos muchos días a medio alimentar después de la muerte de mi esposo. No teníamos tierras ni ahorros. Cuando murió, mi hijo mayor tenía solo siete años. Mi hermano se lo llevó a vivir con él. El resto sobrevivimos de la limosna», relató.


Pero su situación, como la del resto del país, fue mejorando, con un hijo que emigró y regresó luego con lo suficiente para abrir un negocio y otro que trabaja en un supermercado, y ahora pueden decir que aunque no tienen «demasiadas cosas», son «felices».


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